“Mi hijo era adicto a la pasta base desde los 16 años y ahora tiene 28. Y digo era porque hace cinco meses que no consume”, cuenta con esperanza Alma Valderrama. Producto de la droga, Cristian ha estado dos veces preso, la última vez fueron tres años saliendo en libertad en mayo de 2018.

El joven, quien está separado de su señora y tiene una hija, la pequeña Colomba, dejó de consumir durante los siguientes tres meses incorporándose al Programa Volver a Empezar, pero recayó en agosto y estuvo un mes en esa situación.

El 8 de septiembre del año pasado su madre estaba nerviosa, presentía que algo grave podía sucederle. Así que lo llamó por teléfono porque Cristian estaba viviendo en la casa de uno de sus hermanos: “Le dije éntrese porque estoy inquieta y mientras hablábamos sentí un balazo”. A Alma se le quiebra la voz cuando lo recuerda, otro muchacho le disparó a su hijo ese día: “le dieron un balazo que lo atravesó. Estuvo en estado grave tres días y perdió un riñón”, cuenta con dolor.

Hoy Cristian es otra persona. Hace ejercicios a diario y ha recuperado su peso. Dice que asiste semanalmente a las sesiones con la dupla del Programa en Pudahuel. Esta lo ha apoyado para que saque su carné y está viendo la eliminación de antecedentes; asimismo, lo inscribió en la ficha de protección y para obtener un subsidio habitacional. Además, lo está postulando a un puesto en la feria o en el persa de Teniente Cruz para que trabaje, e hizo un curso para manejar grúa horquilla.

“Mi hijo tiene las ganas de salir adelante, de trabajar y de tener su casa”, dice orgullosa y con fe su madre.

Alma reconoce que Cristian dispone de dos puntales fundamentales para reescribir su vida: su familia y el Programa Volver a Empezar. “Mi hijo tiene la bendición de contar con su familia que todavía lo contiene y puede sentirse apoyado. Hay gente que quiere salir de la droga y no puede porque no tiene ningún apoyo. También tiene al Programa, si no lo tuviera -a lo mejor- estaría viendo más oscuro su futuro”, concluye.